-¡Alfredo, regala un toro… pero que lo toreé “El Viti”!…
Fue la ingeniosa y punzante oración que salió de la boca de uno de los del tendido de la plaza más grande del planeta tierra. Santiago Martín estaba propinando “un baño” a Leal, un diestro por naturaleza elegante y que siempre causó la impresión de tener más de lo que daba en los nimbos.
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