Después de 31 días de festejos continuados -24 corridas (una de ellas se suspendió por lluvia), cuatro espectáculos de rejoneo y tres novilladas-, la conclusión más preocupante es que la Feria de San Isidro, la más importante del orbe taurino, ha puesto de manifiesto el rotundo fracaso del toro bravo.
Aunque el jurado de Taurodelta, gestora de Las Ventas, ha destacado la corrida de Victoriano del Río, lidiada el 1 de junio la tarde de la Beneficencia, como la mejor del ciclo, ninguna ganadería ha brillado con verdadera luz propia en el largo serial, que se ha caracterizado por un río desbordante de mansedumbre, falta de casta y fortaleza, y ausencia de bravura y acometividad, lo que ha determinado un ciclo fundamentalmente aburrido y decepciona
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