A pesar de las reticencias que ofrecía la corrida de Matilla, la realidad es que dos toros de los cuatro que lidió en la segunda de San Miguel fueron de calidad para el toreo. Mansito, suave, abriéndose en las embestidas, el primero; dulce y humillador, el quinto. Dos toros de clase de cuatro; no es una mala noticia. Dos toros con un goterón de Garcigrande en las hechuras, muy corpulentos por delante y justos de remate por detrás. Sus virtudes fueron la movilidad, fijeza y humillación. Dos grandes toros bien aprovechados por sus matadores.
Del resto, uno mediano y con la cara alta, el segundo; como remate, uno basto de García Jiménez, manso y deslucido. Se soltaron dos de Sampedro, de exuberante arboladura, hasta el punto de recibir palmas el c
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